martes, 24 de julio de 2018

EN EL SUPERMERCADO



Me gustaba ir al supermercado a ver a la flaquita que recibía los paquetes. Lo que me encantaba era su expresión solitaria y sin sonrisa, su caminar digno y erguido, su rostro sin maquillaje. Me aficioné a pasar todas las tardes por ahí para verla siempre que no tuviera trabajo urgente. Supe desde un principio que el encanto se arruinaría si yo le hablaba, que debía dejarla allí tal como estaba; que debía disfrutarla sin tocarla. Supongo que se habrá dado cuenta porque me empezó a lanzar reojos con aparente fastidio, como para hacerme saber que sabía que iba al supermercado sólo para verla. Todo estaba bien, hasta que un día ella decidió llegar con sonrisa y maquillaje.

0 comentarios:

Publicar un comentario