miércoles, 18 de julio de 2018





Pasajeros sin retorno

La mañana de otoño era más fría que de costumbre, sin saber porque se encontró pensando en ese joven frente a la casa de su abuela del que estaba enamorada y un día partió, sonrió ante esos pensamientos.

Julián encontró donde cenar, había un viejo mostrador de caoba que oficiaba como división entre una estantería repleta de bebidas y copas.

En su interior las personas charlaban quedamente, sentándose solo como era costumbre en su vida, se dispuso a cenar.

Su mirada se perdió sobre un cuadro, las luces cortaban en secciones verticales las paredes alternándolas entre brillo y oscuridad.

Varias mesas estaban ocupadas por parejas, en una de ellas una mujer con una niña esperaban ser atendidas.

Dejó de mirar para ocuparse de su café fuerte y amargo, pero unos minutos después volvió la vista hacia ellas, Nora como si presintiera unos ojos tristes y sombríos de ese pasajero de la vida le sonrió tibiamente.

Había decidido dejar de beber para siempre, en estos últimos años lo que predominaba era el trabajo de la pesca y la bebida.

Los pescadores, incansables luchadores enfrentan los desafíos de las tormentas, entre fragmentos de añoranzas de amores y familia.

Julián sabía eso y mucho más de su trabajo que le había permitido tener una suma de dinero ahorrada, pero lo había alejado de la vida social, de puerto en puerto y entre oleaje bravío, siempre alerta.

Aquella imagen lo deprimió sintió con más fuerza que de costumbre la necesidad de moverse, de ir hacia el camarero para pedir otro trago.

Pero había decidido dejar la bebida…tal vez por eso en lugar de acercarse al camarero, se paró frente a la mesa.

La sonrisa de Nora se volvió tibia cuando lo reconoció después de diez largos años. El corazón de Julián se aceleró apenas sus ojos se fundieron con su amor de juventud.
De pronto sus palabras se esfumaron de su boca el tan conversado ahí estaba parado frente a Nora y no atinaba a decir nada.
Nora sonriendo pues la vida parecía darle otra oportunidad le señalo la silla con un ademan le indico que se siente.

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